¿OTRA VEZ CON LA DOLARIZACION?

A expensas de una nueva movida política del ex-Presidente Menem, se ha instalado otra vez el tema de la dolarización en la Argentina. De hecho, su colaborador, Jorge Castro, uno de los hombres con más experiencia en proyecciones de tendencia internacional, manifiesta que de la recesión ya hemos entrado en la depresión.

Es innegable que nuestro país no se ha podido incorporar al "nuevo arranque" de la economía mundial, donde incluso el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) prevee un crecimiento para la región de casi el 4% (ver ECO INFORMATIVO Nº 86). La recaudación fiscal ha subido ligeramente como consecuencia de las moratorias, ya que si desagregamos esos pagos el pago corriente termina siendo menor. ¿Pero la moratoria acaso no es un ingreso? Debería serlo en una situación de expansión, pero varias cámaras empresarias y comerciales han comenzado a avisar que sus afiliados abonan la moratoria y están dejando de pagar los tributos actuales. O una cosa o la otra.

En conclusión, desde donde se mire, se nota la recesión en que estamos involucrados. Simplemente con echar un vistazo a la calle se nota que la crisis se agudiza, ya que la duración (estamos en el tercer año) empieza a hacer daños muy profundos. En los primeros momentos se perdieron las últimas adquisiciones o bien se "quemaron" algunas reservas, pero ahora se empieza a ver miseria incluso en la propia Capital.

Quien intente abordar la salida a este problema desde lo coyuntural, solo estará perdiendo el tiempo. No alcanza con cosméetica. Se necesita cirujía, pero no en lo mas delgado del hilo, que es donde se viene ajustando desde hace años sin ningún resultado positivo. Cada vez son más las voces que se dan cuenta que los impuestos no solo que no se pueden subir más sino que deben bajar violentamente. Será la única forma de encaminar fiscalmente a un país, donde los ciudadanos aporten religiosamente sus impuestos y no como en la actualidad, donde no lo hacen porque (en su mayoría) no pueden.

La salida no es Ezeiza. La solución está en cambiar las reglas de juego, evitando los monopolios y la concentración, ya que esto último solo provoca economía de recursos en un mercado global. Debemos ser abiertos a las exportaciones y a las importaciones, porque sería necio hoy por hoy pensar en un país cerrado. Pero es ingenuo pensar que para que vengan capitales (que deberían generar puestos de trabajo) deba regir el libre albedrío. El inversor pide reglas claras y no como ocurre en nuestro país, donde cada gobierno inventa nuevos impuestos de acuerdo a los apuros de caja.

Se debe fomentar el microemprendimiento y el autoempleo como alternativa en el mercado interior, porque solo en un mercado con empleo podemos hablar de impuestos y consumo. ¿Alguien se pregunto acaso cuantos puestos de trabajo han destruido los supermercados? ¿Alguno dimensionó el efecto cascada negativo que la caida del pequeño comercio provocó en las ciudades? ¿Cómo están hoy los colegios, sanatorios y clubes de los que esas familias eran clientes habituales?

La solución no es dolarizar. Eso sería más de lo mismo. La convertibilidad cumple su función antiinflacionaria, y por el hecho de que en casi diez años no se ha modificado ya estamos hablando de -quizás- lo único serio que se ha hecho en los últimos diez años. _

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